Dicen que las tragedias sacan lo peor y lo mejor de las personas, afortunadamente hoy no vamos a hablar de personas sino de perros. Pero no de cualquier perro. Hablaremos de la heroína más popular de México.
El rumor de que una encantadora perra labrador estaba salvando vidas comenzó a raíz del temblor del 7 de septiembre. Después, cuando ocurrió el segundo terremoto que azotó a México un 19 de septiembre, su fama creció a nivel internacional. Sí, nos referimos a Frida.
A estas alturas todos la conocemos. La hemos visto en el billete de $500 («Ésta es la Frida que debería estar en los billetes», decía el meme, en obvia referencia a la pintora Frida Kahlo), en tatuajes, en pegatinas, en muñecos tejidos con estambre, en tazas, en murales, en zapatos, en dijes y ahora en un emoji que aparece al tuitear los hashtags #FuerzaMéxico #60DíasConMéxico #TodosSomosFrida #MéxicoNoPara, con el que Twitter quiere que sigamos ayudando a las víctimas del temblor, la reconocemos por sus googles y sus botitas. Sobre todo por haber ayudado en la búsqueda y rescate de 12 personas vivas.
Frida es un perro labrador de ocho años y 31,75 kilos de peso. Nació en el departamento de control canino de la Secretaría de Marina, e inició su entrenamiento a los tres meses de edad. Entrenó durante todo un año, antes de convertirse en un perro operativo.
Desde hace dos años y medio es la compañera de Israel Arauz Salinas, manejador canino y tercer maestre de infantería en la Semar. Trabajaron juntos en Juchitán y ahora en Ciudad de México.
Frida se caracteriza por ser amigable, muy sociable y curiosa. Pero también por su disciplina. Entrena diario durante 20 minutos, acumulando casi una hora de entrenamiento. Trabaja en obediencia básica, pista de obstáculo, escombros, y la función de búsqueda.
El desempeño de Frida en Juchitán enorgulleció a Arauz Salinas. Un momento en particular, cuando la integrante del equipo de rescate encontró el cuerpo de un policía y se lo regresó a su familia, lo que permitió que pudieran darle sepultura. «Aunque lamentablemente no se trató del hallazgo de una persona con vida, logramos encontrar el cuerpo. Fue un momento muy emotivo».
Frida no descansa. Después de sus logros del mes pasado, ella debe seguir entrenando con sesiones de reforzamiento, «siempre tiene que ganar, si la ponemos a trabajar y su trabajo no es reforzado no es posible mantenerla como miembro operativo».
Cuando Frida encuentra a una persona con vida, ladra.
Su recompensa y la de todos los perros de búsqueda y localización de personas es su juguete atractor, las caricias y las palabras de sus manejadores. El vínculo afectivo que existe entre entrenadores y perros es enternecedor.
Cuando ubica un cadáver, en cambio, Frida cambia su comportamiento, «actúa como si algo la impactara, se le nota en su lenguaje corporal, se hace para atrás», explica Arauz.
Sin Frida, o cualquier otro perro de rescate, las labores de emergencia se retrasarían y sería más difícil encontrar personas con vida. Eso sin mencionar que su labor le da aliento y confianza a los rescatistas.
Su capacidad olfativa, un millón de veces superior a la humana, y su curiosidad, hacen la diferencia, finalizó.
Fuente: Huffingtonpost.com.mx